24 diciembre 2011

Esto se acaba.

Se suele decir que aquello que no te mata te hace más fuerte; esté año estoy como Hércules (el de Alicante no, el otro). Sí, llega el tiempo del balance anual. Personal, claro. Ahora no nos audita Hacienda sino nosotros mismos. A veces es peor. Examinar qué de bueno y malo nos ha traído el año, y cómo nos hemos comportado con respecto a todo y a todos.


Entre las cosas buenas dos muy importantes: la marcha de Zapatero y la promesa de Lucía Echevarría de no escribir más novelas. Entre las malas, la disipación de Leire Pajín. Aunque creo que Ana Mato irá por carriles similares.


Como siempre empecé el año con voluntad de bien, y como casi siempre lo termino con tolerancia hacia lo malvado. Flaubert decía que el presente se nos escapa porque el futuro nos obsesiona y el pasado nos encadena. Así que año tras año uno hace aquello que padece.
Encontrar la forma de soltar lastre sería una bendición; la idea me entusiasma. Y si bien aquella vieja máxima quevediana decía que lo más seguro es no ponerse en peligro, quizá fuera más sensato -conociendo ya lo seguro- optar abiertamente por el riesgo. Lo pensaré y ya decidiré algo para el primer día del primer mes del próximo año.


Mientras tanto, y recordando como cada año impar, que como dijo Lacan “el niño es el padre del hombre”, me dispondré, con coraje, a soportar estos días como mejor pueda, aun dentro de mi laberinto, aun con vientos desfavorables.


Ando un poco pesimista y apesadumbrado, como bien se ve. Recuerdo a un viejo amigo, al que hace años no trato, que decía que “muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al dormir”. Y me dicen por ahí que mi pesimismo permanente está originado por mi ausencia de sentimiento de felicidad y mi falta de valoración sobre mi propio bienestar. Es posible. Y es también, desde luego, una forma original, trabajada y culta, de llamarme desequilibrado. En fin, que me han recomendado hacer un curso, que por lo visto existen, sobre “Entrenamiento en Pensamiento Optimista”. Pues nada, también lo pensaré. Y mientras decido algo sobre el particular me mantendré como pueda en mi disidencia.

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