Hoy desayunamos con la noticia de
que un pretendido Robin Hood quiere hacer justicia mediante el robo y la
fuerza; sí, Juan Manuel Sánchez Gordillo, diputado en el Parlamento de
Andalucía y Alcalde de Marinaleda, ha decidido asaltar y robar dos
supermercados “para darles a los pobres, porque los ricos ya andan robando”.
Defiende la “expropiación alimentaria” como necesaria porque “el polvorín de la
desigualdad está encendido” y anuncia mas acciones de este tipo así como la
ocupación de bancos y tierras.
Este Tempranillo del tres al
cuarto se cree con derecho a vulnerar cualquier tipo de norma en pos de cumplir
sus objetivos, fundamentalmente salir en prensa y televisión como el eterno
revolucionario. Revolucionario con cargos, eso sí. Habrá que recordar a este
ilustre miembro de la Cámara Andaluza que en una democracia el fin no justifica
los medios. La actuación de Sánchez Gordillo lo convierte en un delincuente, y
a los delincuentes se les combate con la policía y la ley. Parece que ya hay
una orden de detención contra él. Por ello, y según vieja costumbre del lugar, Gordillo
ha acusado al Ministro de Interior de franquista. Desde luego que es más chulo
que el mecánico del coche fantástico.
Y con ser esto grave no es lo
peor. Lo peor es que encima el Vicepresidente de la Junta de Andalucía, Diego
Valderas, camarada a la sazón de Robin Sánchez, dice que entiende el fondo de
la acción, y que ésta abre un debate sobre la riqueza. Además afirma que como
la acción se ha realizado en nombre de un sindicato y no de IU ésta coalición
no abrirá expediente. Dice nuestro trivial Vicepresidente que no hay que
dejarse llevar por el “envoltorio de las formas”. He aquí mi escueta opinión
sobre el particular: Valderas vete al carajo.
Otro que no ha podido callar es
el eurodiputado de IU Willy Meyer, que afirma, sin vergüenza (separado), que la
orden de detención contra los asaltantes es una “metedura de pata veraniega”
del Ministro del Interior. Y también que esta acción “vanguardista” –qué
cojones tiene Willy- es de un sindicato y no tiene nada que ver con Izquierda
Unida. Y si Don Willy habla, su nena también. La Secretaria General de Vivienda,
Rehabilitación y Arquitectura del Ejecutivo Andaluz y miembro –bueeeno, veeeenga,
miembra- de la Ejecutiva de IU en Andalucía, Amanda Meyer, contesta en Twetter
a Griñán que “no señale al débil mientras nos roban a manos llenas gracias a la
reforma constitucional…”.
Item más, José Antonio Castro,
portavoz de IU en el Parlamento Andaluz, dice que le ruboriza “que con todas
las cosas graves que están ocurriendo, se monte tanto escándalo y tanto espacio
mediático” por estos sucesos; pues mira, aquí lleva toda la razón, en España no
es noticia que un representante público sea un delincuente. Llamazares, don
Gaspar, naturalmente, también justifica a Gordillo y califica de hipócritas e
histéricas a otras sensibilidades políticas.
Bueno, hay más pronunciamientos
de este estilo pero es suficiente. Solo algo más, ajeno a este asunto, que por
su contenido explícitamente humorístico vale la pena señalar. Antonio Romero,
otro IUboy, que anda estos días haciendo una huelga de hambre de 48 horas,
jajaja, contra Gibraltar ha tenido la ocurrencia de proponer una denuncia a
Rajoy por crímenes contra la humanidad.
Volviendo a Robin la cuestión que
nos quieren, a lo que se ve, plantear desde la Vicepresidencia de la Junta es
si es ético el robo bajo determinados supuestos. Como viene siendo habitual en
el lenguaje político se apela al disfraz de la solidaridad para blindar
éticamente la acción. Sin embargo todo es falaz. Que sea precisamente un
representante político electo, no alguien anónimo y desesperado, quien promueva
actuaciones delictivas, quien genere desconfianza hacia los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial, quien gangrene los miembros de nuestro orden social
para obtener un supuesto bien superior, es algo que ya hemos visto a gran
escala en la Europa de los años 30; el principio es el mismo.
El imprudente y temerario Gordillo es un demagogo confundido que alienta
la pasión vengativa de las masas.