10 febrero 2012

La dama de hierro (“The iron lady”). Phyllida Lloyd, 2011.

Digámoslo claramente: “La dama de hierro” es una película completamente inconsistente, carente de rigor, de profundidad y de convicción. Una vez salvada Meryl Streep, como casi siempre, podemos colocar esta película directamente en la Papelera de Reciclaje. La directora Phyllida Lloyd no logra acertar con el ritmo, pero tampoco, a mi juicio, con lo que cuenta, y cómo lo cuenta. Todo me parece erróneo en el enfoque de la película. Hay una insistencia demagógica y resentida en el empeño de la Thatcher por destacar en un mundo fundamentalmente masculino, y por imponer su autoridad en él, obviando o pasando de puntillas por hechos fundamentales de la época. El uso del Alzheimer como hilo narrativo tampoco ayuda a conectar con la película. El reiterativo uso de flashbacks, que en ocasiones parecen brutalmente grapados en el desarrollo de la narración, hace difícil permanecer dentro del relato.



La pertinaz insistencia en las escenas con el fantasma de su marido supone un freno permanente en la película; no permite entrar en la realidad de la época, que es, al fin y al cabo, lo que se pretende. No deja de ser algo irónico que el personaje que nos cuenta la historia sufra continuas alucinaciones; ¿es lo que nos cuenta, su batalla personal, también una alucinación?

La película es de una pesadez incontenible, la oscilación de lo privado a lo público recurrente; el guión parece hecho con cuatro recortes de periódico de la época, no tiene fluidez, es indulgente. Si alguien no sabía quien fue Margaret Thatcher y va a ver esta película: seguirá sin saberlo.

La ola neoconservadora de los primeros años 80 queda en esta película muy pobremente reflejada, y prácticamente justificada, por la propia visión que este alucinado personaje nos ofrece de sí mismo. Una anciana enferma que recuerda…; parece que genera un movimiento de simpatía hacía ella y por tanto disminuye la carga crítica hacia sus actos políticos. Por ello entiendo que “La dama de hierro” no es ideológicamente neutral. Más bien se escora descaradamente hacia un lado.

En definitiva es un filme superficial y enormemente decepcionante.

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