¿Cómo remover a los muertos en sus tumbas? No, no voy a hablar hoy de la memoria histórica. Voy a hablar de esa melonada llevada a cabo en San Sebastián y que han llamado Conferencia de Paz. Naturalmente he leído el comunicado emitido por los conferenciantes al dictado de ETA. Ya en el primer párrafo yerran el tiro, al denominar las acciones terroristas de ETA sobre España como “confrontación armada”. Y con unos postulados muy próximos a ETA afirman que se puede alcanzar una “paz justa y duradera”. En el primer punto del comunicado “se llama” a ETA a realizar una declaración de “cese definitivo de la actividad armada” (supongo que se refieren a los asesinatos, secuestros, etc.), y que pidan dialogar con España (“este país”) y Francia (“ese país”) “exclusivamente” -¡exclusivamente!- sobre las “consecuencias del conflicto”. Y en el punto 2 “se insta” a los gobiernos español y francés a que, en caso de que se realice esa declaración, le den la bienvenida e inicien conversaciones para tratar “exclusivamente” -¡¡exclusivamente!!- sobre las consecuencias del conflicto.
18 octubre 2011
03 octubre 2011
Alucino, vecino.
Comienzo con una buena noticia; he visto, en estos días, con verdadera satisfacción, que Pérez Tapias ha pedido su reingreso en la Universidad de Granada, desde donde estoy seguro que podrá hacer más y mejor por la sociedad española que desde un escaño en el Congreso, donde yo particularmente no he entendido ni desde luego apreciado su labor. La Universidad de Granada está de enhorabuena.
Continuo con una confesión; no mía, no. He visto en “El País” un breve reportaje de Roman Polanski en el que dice que se arrepiente: “Sí, sí, naturalmente,…, pero de eso ya hace 34 años… Claro que me he arrepentido” […] “Yo ya estuve en la cárcel y cumplí mi condena”. Se refiere al asuntillo aquel de la violación de una chiquilla.
El viaje a ninguna parte. Fernando Fernán Gómez, 1986.
¿Qué es la agonía? A esta pregunta se dedica la película. Agonía de una profesión y de sus gentes, agonía de un modo de ver la vida, que se extingue. El anacronismo que supone el cómico de la legua en la época de la expansión del cine; esa genuina lucha por la vida que es no comer si uno no trabaja un día; esa, en fin, agónica falta de espacio para una profesión que muere de muerte natural.
La tristeza y el hambre que refleja la película tienen el telón de fondo de la posguerra y de la meseta castellana, espléndidamente fotografiada por José Luis Alcaine. Destacaría la profunda humanidad que transmite. La crudeza que nos muestra nos enfría el corazón. Y sin embargo, simultáneamente, nos ofrece una esperanza, una ilusión permanente; la del día a día.
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