La película nos oculta el comienzo, como también nos oculta el fin. Unicamente importa el viaje, un viaje iniciático y terminal a un tiempo, como la propia carretera, inicio y final a cada paso. Un viaje en que van en compañía del miedo, el frío, el hambre y la muerte. “La carretera” es una aplastante reflexión sobre la vida y la humanidad, sobre la vida del hombre, tan lírica como trágica.
Me gustaría subrayar la fotografía de Javier Aguirresarobe. Consigue un efecto devastador. La mayor parte de la película se desarrolla en espacios abiertos y, sin embargo, esa fotografía me causa una sensación de encierro que no pude apartar en toda la película. A ello ayuda de forma importante la ambientación, el maquillaje, la música y el ritmo narrativo, deliberadamente pausado. Desde el punto de vista formal la película consigue su objetivo.
Deliberadamente hostil, “La carretera” nos ofrece imágenes de una ternura simple pero directa, la escena de la coca cola o el baño del hijo, son una buena muestra.
Viggo Mortensen es la viva imagen de la desolación y de la fuerza. Nos muestra con su brillante interpretación cómo un padre bajará a los infiernos para salvaguardar la vida de su hijo; cómo, además, no descuidará la preparación del chico para cuando él falte, le transmitirá el “fuego interior”, en definitiva, le conducirá con feroz sinceridad por el árido camino hacia la madurez. Si tenéis hijos la película os conmoverá y os sobrecogerá. “La carretera” es la demoledora e intimidatoria visión de un mundo extinto, de que el auténtico horror proviene de la desesperación.